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El Canon de las Proporciones
Trazas, módulos, matrices, cuadrángulos y otros elementos más asociados al criterio armónico de un evocador valle feliz y actualmente el maltrecho altiplano de Popayán (Colombia).
El Canon de las Proporciones

En ésta sección se explora la traza urbana de Popayán, desde una perspectiva antropocéntrica, al intentar elucidar El Canon de las Proporciones en el casco antiguo de la ciudad. Por lo tanto, ciertas nociones relacionadas con el patrimonio natural y cultural – tangible e intangible – y su significado histórico se analizan dentro del contexto del turismo cultural y ecológico – ahora tan en boga – aunque abordándolo con mucha cautela al constatar el desmedido afán que en nuestros días distorsiona el cabal significado de todos aquellos conceptos asociados por ejemplo, al medio ambiente, la cultura, la universidad, el patrimonio y el turismo internacional. No obstante, el aspirar a argumentar sobre lo antes expresado – una ilusoria realidad falaz acaso – viene a la memoria aquel axioma que insinúa: que lo que nos pasó y nos pasa, es no saber el qué, cómo y por qué nos pasa… parafraseando aquel conocido aforismo de Ortega y Gasset sobre la convulsionada España de su época. Por supuesto que para discutir sobre el anterior tema, es crucial informarse muy bien y con mucha seriedad sobre aquellos conceptos filosóficos, socio-culturales y estéticos aún latentes en la ciudad de Popayán, en relación con su característica distribución urbana espacial y volumétrica. Luego en ningún momento deben ignorarse todos aquellos principios armónicos inherentes a una muy particular visión cultural, social y estética, creada, definida y rediseñada a través del tiempo. En conclusión, se podría sugerir cierta estrategia al hablar sobre la ciudad en cuestión: si no es posible hablar de Weimar por ejemplo, sin referirse a Goethe, o comprender la Alhambra, ignorando a Washington Irving, o aún hasta nombrar a la amurallada Carcassonne sin aludir a Prosper Mérimée, entonces tampoco es posible hablar de Popayán sin tener en cuenta la visión estética de Guillermo Valencia. Valdría citar en éste punto a Eugenio Florit, quien sugirió cuan “cierto es que Valencia miraba desde el verso a Popayán, su Weimar; mas se me ocurre que al cantarte ciudad, el poeta, más que a la tristeza de Goethe, estaba cantando a tu gloria…”. He aquí el momento propicio para cuestionarse sobre el destino de la ciudad que el poeta Valencia enalteció.