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La Culta Latiniparla
Variados escritos «picarescos» que ilustran – mediante su exuberante ambigüedad textual – algunas travesuras lúdicas acontecidas años atras en la cultura del Popayán tradicional.

En los últimos años del pasado siglo e inicios del presente, ha surgido un particular interés sobre ciertos procesos sociales que pasarían inadvertidos si no fuese por la dedicación de algunos individuos que – interesados en acontecimientos desconocidos y ambiguos personajes – se han dado cuenta que sin la comprensión de estos hechos, de aparente poca importancia, sería imposible una elaboración histórica más rigurosa acerca de cualquier sociedad. Los estudiosos de estos temas raros y curiosos han definido su disciplina como la microhistoria o sea una historia de la vida cotidiana, recurriendo a la riqueza teórica de la antropología, cuyas investigaciones se han ocupado de la condición humana en las más diversas sociedades y expresiones culturales. Y he aquí la diferencia entre dar importancia al qué de la cultura y el cómo llegó a ser tal cual es – expresión de inteligencia humana – y preguntarse el porqué de su significación entre los sencillos moradores de una aparente disminuida realidad. Cuando se aspira a comprender ambigüedades por intermedio de solo un individuo, se está llegando al meollo de una elaboración casi mítica y sus singularidades, además de vislumbrarse otra faceta de la poética cultural. Esta sección rotulada como La Culta Latiniparla (al prestar de Francisco de Quevedo una dosis de picardía) ilustra lo antes dicho mediante un ambiguo divertimento ocurrido años atrás en Popayán. Entonces, ciertas realidades del homo ludens pueden ser detectadas e interpretadas en el contexto de una travesura estudiantil. En el primer relato se revelan las andanzas del Conde Don Bautista, Gran Maestre de la Orden de los Caballeros de la Culta Latiniparla del Valle Feliz de Yerras… y en los siguientes se recrean otras peculiaridades lugareñas que concluyen en una muestra poético-mordaz, que en algo emula al conceptismo quevedesco. Esta visión histórico-cultural a través de solo un individuo y su mundo, ofrece otras alternativas para la comprensión de una sencilla aunque bastante compleja realidad; sus moralizantes disparatorios giran finalmente en torno a la vanagloria, la semilla de los demás pecados según el llamado Doctor Angelicus, quien fuera apodado como el bos mutus entre los suyos.